miércoles, 27 de abril de 2011

Scattergories

Ayer tuve que ir a dar una clase a un grupo de niños de 10 años que no conocía y que tenía dos niveles mezclados. Para colmo, no habían llevado el libro y no sabían decirme qué era lo último que habían visto. Tampoco era cuestión de cascarse tanto la cabeza, así que les propuse jugar al Scattergories.

NIÑOS: No se llama así, se llama "stop".

En mi época, "stop" era un juego de pillar. Pero bueno, llamémoslo "stop". Ellos mismos pusieron las categorías: "animals", "food", "colours", "parts of the body", "transport" y "famous people". Les dije que para "famous people" no valía cualquiera, que tenía que ser británico, americano o, en definitiva, angloparlante. Y que podían usar el nombre, el apellido o ambos, en cuyo caso puntuaría doble.

La primera letra que salió fue la M. Y veo a un niño mirando al techo muy concentrado.

PROFA: Venga, hombre, que se te acaba el tiempo.

NIÑO 1: Es que estoy repasando las alineaciones y no encuentro ningún futbolista inglés que empiece por M.

PROFA: Pero no tiene por qué ser futbolista, puede ser un actor, un cantante, un escritor, un político...

NIÑO 2: ¿Valen personajes de videojuegos?

PROFA: No, tiene que ser gente real. Time's up!

Los niños van diciendo sus palabritas hasta que llegamos a lo del famoso.

NIÑO 3: Michael Jackson.

NIÑO 4: Michael Jordan.

NIÑO 1: ¡Messi!

PROFA: ¡Si Messi es argentino!

NIÑO 1: Pero es que no me sabía otro...

PROFA: Nada, no vale. Cero puntos para ti.

La segunda letra que salió fue la E. Sólo un niño supo decirme un famoso: Elvis. Después salió la S y, oh sorpresa, el niño de Elvis (que también era el de Michael Jordan) dijo Shakespeare. Y llegó la letra C.

NIÑO 1: ¿Vale Cristiano Ronaldo?

PROFA: Que no. Que es portugués. Mismo caso que con Messi.

El niño 1 protesta para sus adentros. Termina el tiempo y...

PROFA: Famous people with a "C".

NIÑO 1: Christian Ronald.

Es para dejarlos por imposibles.

jueves, 14 de abril de 2011

Pictionary

Hoy, por eso de ser el último día de clase antes de las vacaciones, les propuse a los niños de la clase chunga jugar al Pictionary por equipos. Cuál no sería mi sorpresa cuando me dijeron que no sabían jugar a eso. Se lo expliqué muy resumidamente: un equipo dibuja y otro trata de acertar. Si acierta, gana un punto. Si no acierta, no gana nada. Fácil.

Después de unas cuantas rondas durante las cuales hubo que explicar las normas otro par de veces -el equipo de los chicos quería apuntarse un tanto cada vez que las chicas fallaran y otro más cada vez que ellos supieran su propia palabra. Sí, a veces dibujaban cosas sin saber cómo se decía-, el turno es de los chicos y sale uno al que no le tengo especial cariño. Se come las gomas de borrar y sólo sabe hablar de Pressing Catch. Una joya. El caso es que el crío dibuja algo así:




CHICAS: Flag!! Flag!!

PINTOR: No.


Y sigue pintando:


CHICAS: Flag Spain!

PROFA: Será Spanish flag.


CHICAS: Spanish flag!

PINTOR: Ah, no que me he equivocado.


Y sigue con su obra de arte:


A mí ya el tema me empieza a mosquear, porque dada la culturilla que tienen, o es un friki de las banderas, o se lo está inventando.


PROFA: Time's up!


PINTOR: Tomaaaa, no lo habéis acertado. Era la flag de Alemania.


CHICAS: Pero si la de Alemania tiene tres colores.


PINTOR: Ya lo sé.


PROFA: Y ahí hay cuatro rayas.


PINTOR: No, tiene tres.


PROFA: Una, dos, tres y cuatro. En esta ronda nadie gana punto.


PINTOR: ¡Sí, ganamos punto los chicos, que ellas no lo han acertado!


PROFA: Que no. Que no gana nadie.


PINTOR: No vale, les tienes enchufe.


No sé si alegrame porque ya sólo me quedan seis semanas con ellos o pegarme un tiro.

lunes, 11 de abril de 2011

Niños raros

La semana pasada propuse a mi jefe, como actividad especial de Semana Santa, hacer Easter Bunnies de gominola. A él le encantó la idea y el resto de mis compañeras se apuntaron a la campaña del conejo de Pascua. El jefe nos dijo que pidiéramos autorización a las familias por si algún niño es diabético o tiene cualquier alergia o intolerancia, o simplemente tiene unos padres raros que no quieren que sus hijos huelan el azúcar ni de lejos, que los hay.

Cuando les dije a mis niños de 7 años que íbamos a hacer conejitos con nubes de chuche se pusieron la mar de contentos:

NIÑO 1: ¿Y nos los podremos comer?

NIÑO 2: ¿Serán blancos o de colores?

NIÑO 3: ¿Puedo guardarlos para enseñárselos a mis padres y comérmelos luego?

Y otras reacciones de lo más corriente.

Una de mis compañeras no ha tenido tanta suerte. Su grupo (de 6 años) le dio respuestas de este tipo:

NIÑO 1: A mí no me gustan las chuches.

NIÑO 2: Qué asco, yo no quiero hacer eso.

NIÑO 3: Yo no quiero hacerlo, que me mancho las manos.

No, si al final tendré suerte y mis niños serán de lo más normal.

jueves, 7 de abril de 2011

Lógica aplastante

Hoy he tenido que dar una clase a un grupo de 17 niños de 10 años. Casi ná. Como tenían que hacer actividades de listening y a mí no me habían dejado ni un triste CD, se me ocurrió que podían hacer práctica oral de preguntas. Todo el mundo sabe que los críos tienen una tendencia innata a hacer preguntas personales, pero los adultos tenemos el recurso de la mentira para contrarrestar. Sin embargo, siempre pueden sorprendernos.

NIÑO 1: How old are you?

PROFA: You guess...

NIÑOS: ¡34! ¡36! ¡40!

NIÑO 1: ¡One million!

PROFA: Too bad. More questions.

NIÑO 2: Are you married?

PROFA: No, I'm not.

NIÑO 3: So you are a lesbian!

A mí que me lo expliquen.