jueves, 17 de febrero de 2011

Collejas virtuales

A muchos profes, y no sólo a mí, nos gustaría a veces poder dar una colleja a un alumno. Eso, en el caso más leve, porque creo que en ocasiones no me quedaría a gusto siquiera así. Esta semana está a punto de sangrarme la lengua de las veces que me la he tenido que morder por no convocar de urgencia a unos cuantos padres y pedirles, por favor, que les den una tirón de orejas a sus hijos, que luego ya se lo doy yo. Pero claro, eso sería una agresión muy grave, así que me conformaré con repartir collejas virtuales. Los ganadores de esta semana (a falta de mañana, viernes, que ya me da igual) son:

- La niña repelente de 7 años que me repite veinte veces a lo largo de una clase que "tiene un ordenador en su habitación para ella sola porque sus papás se lo han comprado, pero ojo que no es el ordenador de casa porque ése es otro, el suyo es suyo y sólo suyo y además es de verdad porque se lo regalaron a ella, lo tiene en su habitación y lo usa para internet y todo, porque para algo es suyo porque se lo regalaron" y que cuando me ve aparecer en clase con una caja de pinturas y un radiocassette sólo se le ocurre gritarme, airada, "¡YO NO QUIERO HACER EXAMEN!" Después de la colleja pediré que me explique la relación directa y necesaria que existe entre las cajas de pinturas y los exámenes y que razone su respuesta. Y si no, que lo busque en internet en su ordenador sólo suyo.

- El niño de 6 años que a las 8:30 de la mañana no es capaz de estarse quieto en su sitio y requiere que le pida 16 veces, ni una más ni una menos, que se siente. Durante la colleja, le preguntaré qué desayuna para tener tanta energía, porque yo cuando doy clase a esas horas hago esfuerzos titánicos para despojarme de las legañas y tragar un café para no quedarme frita delante de ellos.

- Las tres niñas de 10 años que no han sido capaces de atender ni un minuto en clase porque estaban muy ocupadas en echarse purpurina en la cara (el martes) o escribir 100 veces "no hablaré cuando estemos en la fila" para cumplir un castigo (hoy), y que encima se permiten el lujo de quejarse, al final de la clase, de que no se han enterado de nada. Creo que tendré que encargar un atizador de collejas triple para estos casos, que además dispare purpurina indeleble.

- Los múltiples infantes de 8 años que están convencidos de que saben más que el profesor y se enfadan muchísimo porque has escrito "Brazil" en lugar de "Brasil" o "beautiful" en vez de "beautifull", y que, cuando tras un rato de discusión, no te queda más remedio que decirles que es así porque sí y porque no van a saber ellos más que tú, te dicen que tienen un profesor que se equivoca mucho y que, por tanto, desconfían de lo que digan todos los profesores. El atizador triple serviría también para éstos.

Bueno, parece que desahogarse funciona. Un poquito.

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