jueves, 10 de marzo de 2011

La ignorancia atrevida

Estoy notando que los críos ahora no tienen ni un mínimo de respeto por los conocimientos que un profesor puede transmitirles. Cuando yo estudiaba, que no fue hace tanto, lo que decía el profe iba a misa (excepto cuando decían las cosas absurdas que escribí en los comentarios al anterior post), y si no lo tenías muy claro, te callabas y lo comprobabas en casa buscando en la enciclopedia o preguntándoselo a alguien mayor.

Pues ahora no: si hay algo que no cuadra en sus cabezotas, automáticamente sueltan una enorme carcajada y te llaman tonto a la cara. Ya he contado algunos ejemplos, como lo del teléfono móvil dieciochesco. Lo de hoy también ha sido de traca. Estábamos completando un diálogo entre dos personajes llamados Eagle y Kiwi (todos los personajes del libro son animales; otros que aparecen por ahí son Bulldog y Zebra) y...

NIÑA HOSTIABLE: ¿Este libro es para personas de nuestra edad?

YO: En la contraportada pone a partir de 10 años, así que... sí.

NIÑA HOSTIABLE: Pues yo no me lo creo, porque aquí están haciendo hablar a un kiwi.

YO: Y a un águila, y a una cebra, y a un bulldog. Como en las fábulas.

NIÑA HOSTIABLE: Ya, pero... ¿hacer hablar a una fruta no es un poco infantil?

La susodicha y sus acólitas estallan en carcajadas mientas el resto de los niños trataba de continuar con el ejercicio.

YO: A ver, esto va para todos. ¿Qué es un kiwi?

NIÑA HOSTIABLE Y ACÓLITAS: Pues una fruta, ¿qué va a ser?

Carcajadas bastante molestas.

YO: Esto también es un kiwi. El bicho del pico largo (señalando el dibujo del libro en el que aparecía un ave kiwi)

Más carcajadas, de éstas que incitan a la violencia.

YO: Buscadlo en un diccionario, o en internet, y me decís que pone.

NIÑA HOSTIABLE: Mira, en este diccionario pone que es una fruta, lista.

Carcajadas por su parte. Ganas de estrangular por la mía.

YO: Seguid leyendo otras acepciones. La 2, la 3...

ACÓLITA 1: Blablabla... ave... anda, pues sí, pone que es un pájaro.

NIÑA HOSTIABLE: Bah, en los diccionarios ponen muchas tonterías.

No quiero saber cómo serán las conversaciones en las casas de esos niños. De verdad que no quiero.

5 comentarios:

  1. No sé tú pero yo sólo veo una solución posible: castigo medieval ruso. Sólo necesitas un par de bolsas de sal gorda.

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  2. Mejor te ilustro en privado que no quiero que me acusen de nada.

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  3. Yo te mantengo en el economato. Pero si sigues empeñada, mándame un mail.

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  4. Ná, te lo cuento por aquí. Total, tampoco creo que lo vayas a aplicar (aunque nunca se sabe). Buscas una superficie plana, la recubres de sal lo más gorda posible (mi profe dijo piedras de sal pero no creo que las puedas encontrar en el Lidl ni en el Mercadona). Luego pones al nene que te moleste de rodillas a piel descubierta sobre esa superficie y ya está.

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